El patacón más grande del mundo, desde los ojos de la creadora
Logramos hacer el patacón más grande del mundo en una comunidad indígena Emberá llamada Ipetí. De allí es Sara Omi, quien se ha convertido en mi hermana. Ella es la presidenta del Congreso General Emberá de Alto Bayano y también miembro de Global Shapers. Personalmente ha sido un proceso muy interesante. Muchas personas creen que el impacto se logró el día del evento, pero lo más emocionante para mí es que se logró desde los seis meses que se empezó a trabajar en el proyecto. Involucrando escuelas, empresas y personas que nunca habían ido a comunidades indígenas antes; que nunca habían sido parte de un proyecto de impacto a gran escala y que no entendían realmente el poder de ayudar. Para mí, crear conciencia sobre el valor humano lo es TODO.
El proceso realmente empezó el 13 de marzo de 2019 cuando me llegó el email de Guinness World Records respondiendo a mi solicitud de querer hacer el patacón más grande del mundo. Yo les había enviado ese correo en febrero porque empezando el año tenía muchas ganas de hacer algo grande y que trascendiera a través de la RSE con mi empresa, Impacta.
En Impacta creemos en que las acciones cambian todo. Hace casi dos años empezamos a crear campañas de conciencia e impacto social, donde el fin y objetivo más importante, era poder identificarte con la causa para poder hacer un cambio.
Desde el 13 de marzo, con la respuesta de Guinness World Records, dije “hay que hacerlo”. No sé cómo, qué necesito, ni mucho más pero hay que hacerlo. No conseguí ningún tipo de apoyo con esta decisión, ya que la primera reacción de todo el mundo fue: ¡ESTÁS LOCA!
En ese momento supe que debía empezar a crear un equipo de trabajo. Necesitaba un equipo ideal que lograra convocar personas aunque aquellos convocados pensaran que era una locura. Debía ser un equipo de personas comprometidas, apasionadas y confiables. Al momento de buscar, sorprendentemente cada miembro del staff del patacón no solo le encantó la idea, sino que aceptó sin pensarlo.
Han pasado seis arduos meses de convocatoria de voluntarios, de búsqueda de patrocinadores y de una oportunidad enorme de poder crear conciencia sobre las comunidades indígenas, especialmente la comunidad Emberá en Ipetí. Ellos cuentan con riqueza cultural, motivación y compromiso dentro de su propia comunidad; pero carecen las oportunidades, visibilidad y exposición que se merecen para realmente combatir desigualdades en nuestro Panamá y el mundo. Talento hay, eso no lo dudo. Decidimos dirigir ese talento hacia la oportunidad de ofrecerlo ante el mundo. Ese era mi objetivo del patacón, ayudar a Sara y visibilizar su comunidad desde una perspectiva en la cual las oportunidades se buscan, se trabajan y se merecen.
Ahora que logramos el récord, alcanzo verlo todo un poco más de lejos, un poco más claro. Han sido meses de mucho aprendizaje y de oportunidades. Un tiempo de entender el verdadero valor de poder reclutar personas, unir a mi país y recibir confianza para un proyecto contra todo pronóstico. Dicha confianza me dio la oportunidad de realizar este proyecto que comenzó como un sueño imposible.
Autora: Sabrina Naimark
